Patrimonio inmaterial de Eulz, Navarra.Víspera de Reyes

La tarde del día 5 de Enero de este año de 2018, la gente menuda de Eulz salió por las calles del pueblo agitando cencerros y collares de campanillas o cencerrillas. Como lo han hecho siempre, solo que antes se veían más críos-as. Antiguamente se decía que era para llamar la atención de los Reyes Magos y asegurarse de que no extraviaran el camino en la oscura noche. Además, desde hace unas décadas, en el transcurso de esa tarde-noche, sus auténticas majestades recorren todos los pueblos del valle de Allín histórico, configurando la cabalgata de mayor recorrido de Navarra. Es decir: 16 pueblos visitados en cinco horas. Un trabajo excelente y meritorio.

El origen de las cabalgatas urbanas es muy reciente; las más tempranas se sitúan en la segunda mitad del XIX. De ahí derivan el resto de cabalgatas, ya que tanto la de Allín como la de Pamplona tienen su nacimiento en el reciente S. XX. Así que, para cuando se iniciaron las cabalgatas, el correcalles de los críos de Eulz agitando los cencerros, llevaba muchos cientos de años realizándose. Es que la ciudad apenas tiene tradiciones y por eso, su folclore carece de pátina. Es obvio que necesitan dotarse de su propia tradición y de sus propios ritos, dotándolos de gran relumbrón.

Desde la antigua Roma el sonar de las campanillas y cencerros tiene un valor protector. En aquel período casi todas las casas tenían su campanilla o tintinábulo que sonaba al soplar el viento y alejaba los malos espíritus. Los pueblos indígenas tenían similar creencia y la iglesia recogió ese mismo valor, colocando campanas en lugares señalados de los edificios religiosos. Ese misma es la procedencia del agitar de cencerros de la víspera de Reyes. El mismo origen y función que los golpes acompasados de los Ioaldunak de Ituren y Zubieta: ahuyentar los malos espíritus e impulsar el nuevo período de la naturaleza. Es un ritual propio del ciclo de fin de año que, como otros muchos ritos arcaicos, se asociaron al calendario litúrgico de la iglesia. Por lo tanto, los ruidos de la víspera de Reyes son tan antiguos como el mismo pueblo de Eulz. Antes de la llegada del cristianismo, la población de Allin celebraba el solsticio de invierno con ruido y fuego. Los habitantes de Eulz siguieron la misma creencia y con el cambio de religión, el ruido quedó fijado en la víspera de Reyes y el fuego en la víspera de san Sebastián. Esa integración en el calendario de la liturgia cristiana ha permitido su mantenimiento hasta la actualidad. Aunque ambos ritos parecen gozar de buena salud, no debemos olvidar que es el pueblo quien formó los ritos y les insufló de sentido, e igualmente, es la gente quien decide olvidarlos y adquirir otros, aunque sean de menor fuste. Es ley de vida.

La utilización de cencerros en el callejear infantil, también nos recuerda que la ganadería tuvo su importancia en la localidad. Asimismo, las cencerrillas nos evocan al ganado mular y su utilización como ganado de laboreo y de carga. Según cuentan, a veces en época de cosecha, el alcalde de Eulz obligaba a los vecinos a que el ganado mular llevase las cencerrillas puestas. Antes de la mecanización se acudía a la pieza de noche para cargar la mies y estar de vuelta en casa para amanecer. Ahora bien, como las fincas estaban llenas de cereal secando, había ciertos abus sonaban las campanillas, deducían la acción que estaban ejecutando los animales. os o miedo de que los hubiera. Algunas veces, ya fuera por descuido o de forma intencionada, había caballerías que se metían en algunas fincas para comer de la parva ajena, amparadas en la oscuridad. Por lo tanto, el sonido de las cencerrillas colocadas en el cuello de los animales, delataba el lugar donde se encontraba cada vecino de Eulz ya que conocían el ganado de cada casa, por los tañidos. Por si fuera poco, de la frecuencia e intervalos con que sonaban las campanillas, deducían la acción que estaban ejecutando los animales.

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