Ritos de juventud en Eulz Navarra
En Eulz, los rituales de juventud nos llegan más deshilvanados que en otros pueblos del valle. Para explicarlo conviene señalar, que durante el siglo XX, el resto de la mocedad del Valle, consideraba a la juventud de Eulz como la menos tradicional y la más voluble a las modas generales de carácter urbano que llegaban desde Estella. Algo lógico ya que con esta ciudad había una fuerte vinculación económica. Así pues, los de Eulz eran considerados los más modernos del valle; incluso se les cotejaba de mostrar cierta chulería por estar al día en las cambiantes modas de la ciudad.
El Txenderute.- Al anochecer del 31 de Diciembre, y tras cenar en la taberna, salían los mozos del valle de Allín recorriendo las casas de sus pueblos respectivos en animada ronda. En Eulz lo llamaban el Txenderute y consistía en que los muchachos visitaran todas las casas del pueblo cantando diversas coplillas de moda y deseando buen año a los vecinos. Con frecuencia, en las casas les obsequiaban con algo de bebida y diversos postres que se consumían en el momento. Habitualmente, la duración de la comitiva se alargaba y casi los pillaba la amanecida en su vuelta por el vecindario. Los chicos se incorporaban al colectivo de jóvenes a partir de los 16 años aproximadamente y al casarse se dejaba de pertenecer a esta agrupación. Si permanecían solteros, sobre la treintena, también dejaban de participar en estos festejos. En su última época esta ronda se convirtió en cuestación y, finalmente, quedó reducida a una cena de los mozos en el bar.
Resulta significante que el espacio de tiempo elegido para este rito de juventud fuera el paso al Año Nuevo. Esta fecha, y la originaria ausencia de cuestación, implican que este ritual nos evoque las antiguas comunidades o fratrías de jóvenes guerreros de la Edad del Hierro. Conocidas como “Mannerbünde”, celebraban en esta fecha su festividad ritual. Con frecuencia ha sido sobrevalorada la función de estos jóvenes en una sociedad que era necesariamente guerrera y en la que todos compartían arado y armas. Ya hemos comentado que es, en este período de la Edad del Hierro, cuando se establecen los habitantes de Allin en poblados y cuando se fijan ciertas costumbres que han sobrevivido hasta el S.XX. Pese a la opinión de ciertos antropólogos, en relación con estos ritos es absolutamente legítimo hablar de supervivencia, aunque sus motivos y formas actuales difieran de las originarias.
Estos modelos de fiesta, con un marcado carácter ritual, son manifestaciones de identidad cultural que también cumplen la función de cohesionar al vecindario; incluso en los actuales tiempos marcados por el individualismo. Por ello en Muneta, con pundonor y buen criterio, postulan chicos y chicas la tarde de Nochevieja cantando esta vieja coplilla: Senderi -menderi, en cada casa un senderi /Senderute-menderute, en cada casa un almute /Senderal-menderal, en cada casa un cuartal. El posible significado de los nombres de estas cuestaciones nos resulta opaco. Se muestra difícil concluir si su origen está relacionado con el euskera o con el castellano. Incluso parece que las denominaciones tienen atisbos de latinajo litúrgico adulterado. Lo cierto es que, así como con la colecta del Jueves de Lardero encontrábamos paralelos en la zona castellana, con el Senderi -menderi lo haremos en el territorio tradicionalmente euskaldun.
En euskera, la repetición de la palabra tiene el valor de reforzarla y habitualmente la palabra repetida comienza con la “M”. Hay multitud de ejemplos, pero limitándonos a letrillas de cuestaciones tenemos varios: Txenderute-menderute (Ancín y Murieta), Txundere-mundere (Grocin), Sundede-mundede (Murugarren y Zábal), Xándulo-mándulo (Salinas de Oro y Bidaurreta), Txánduri-mánduri (Arazuri), Txingila- mingila (Saragüeta)…
Sin embargo, no desenredo más la madeja, ya que conviene tener en cuenta que en parte de Asturias llaman zángole-mángole al mozo perezoso y en zonas de Portugal al sortilegio lo conocen como tangro-mangro. Así pues, el uso de la letra “M” en la palabra repetida, tampoco resulta extraño en las lenguas latinas. Por lo tanto, aunque el significado del nombre de la cuestación nos resulta enigmático, sus semejantes fonéticos aparecen en la franja comprendida entre el norte de Tierra Estella y el Valle de Arce-Artzibar.
29-Ritos de juventud ii
Carnaval.- Tras las sucesivas prohibiciones, y antes de desaparecer, el martes de carnaval había devenido en una cena en la taberna, ya sin disfraces y sin postulación por las casas. Sin embargo, María Azcona (1904-1997) recordaba como en su niñez subían los enmascarados de Larrión, en cordial visita de cortesía a los mozos de Eulz. Por el contrario, no recordaba si los de su pueblo bajaban a Larrión en simétrica visita. Esta devolución es más que probable, dado el carácter pendenciero y territorial de la juventud en aquellas fechas. También tenía claro, María Azcona, la composición de los disfraces que usaban los mozos de Eulz y Larrión. Vestían alguna prenda femenina que tuviera falda y se cubrían la cabeza con algún pañuelo y máscara de cartón, hecha o comprada, a la que llamaban caratula, acentuando la “u” (La foto es una recreación del personaje carnavalesco de Eulz) El carnaval de Eulz tenía las características del típico carnaval fustigador, en el que los mozos hostigaban al vecindario con varas e intentando tiznarlos con la ceniza que portaban en algún recipiente, mientras postulaban por las casas. En origen era un ritual de primavera con el que se pretendía asegurar la fecundidad de personas y rebaños.
En Eulz no se recuerda la denominación del personaje disfrazado, aunque sabemos que en Etxabarri era conocido como Zarramotero y en Aramendía le llamaban Zamarrero. Por un lado, parece claro que estos nombres derivan de txamarra, la piel de cabra u oveja con la que se cubrían los pastores y que en castellano pasó a llamarse espaldero. Ahora bien, el parecido fonético con motxorro, motxorrote o motxorringo, nombres con que se denominaba a los entunicados de semana santa en algunos pueblos del vecino Valle de Yerri hace pensar en diversos cruces etimológicos en los que los nombres originales van derivando con el apoyo lingüístico de otras palabras. Así se van creando vocablos cuyo origen nos llevaría a una falsa etimología ya que en el fondo no hay más que atracciones fonéticas al castellano con voces de cierto parecido. Así pues, mientras Zarramantas y Morrotes son personajes carácterísticos de las procesiones estellesas, Morroko es, en el Valle de Allín, el espantajo que asusta a los niños, al cual se imita cubriéndose la cabeza con alguna prenda. De hecho, pese a la imparable transición hacia un castellano unificado, en la prolongada pérdida de léxico y formas locales debemos anotar la conservación en el habla coloquial de Eulz de la expresión: “Es más fe@ que un Morroko”.
En la articulación de los ritos de juventud tenía fundamental importancia la taberna. En relación con ello María Ramos Lara (1922- 2011) contaba, como en el vecino pueblo de Aramendía los mozos acudían a la taberna que regentaba su madre para disfrazarse. Ella, de niña, presenciaba el proceso consistente en colocarse unas sayas viejas, camisón, bata o lo que hubiera, y cubrirse la cara con una caratula de papel, u otra prenda que permitiera la visibilidad. También contaba que no eran todos los mozos quienes se disfrazaban, sino una parte y que el carnaval de Aramendía tenía las mismas características que en Eulz, Larrión o Etxabarri, ya que los jóvenes iban con palos y calderas de ceniza molestando al vecindario, siendo las mozas y la chavalería sus principales objetivos de acecho. De hecho, comentaba María Ramos que, pese a haber presenciado la elaboración del disfraz y conociendo la identidad de los enmascarados, el carácter errático, licencias y porte agresivo de los zamarreros, hacía que pasara el mismo miedo que el resto de la grey infantil.
Igualmente, en la cuestación carnavalesca de Aramendía, los mozos gritaban en su ronda por las casas en gracioso juego de palabras y nítida declaración de intenciones: “Alárgate garganchón, que “Caratulendas” son”. Y es que había que aprovechar antes de la llegada del ayuno y abstinencia característicos de la Cuaresma.
29-Ritos de juventud iii
Despedida de los quintos.- A diferencia de las celebraciones anteriores, la fiesta de los quintos se realizaba de forma conjunta por los mozos del valle que habían sido tallados ese año. Este agrupamiento festivo de jóvenes pertenecientes a una entidad administrativa supraconcejil, nos indica que se trata de una fiesta muy reciente. Aunque hay localidades en las que contemplan la fiesta de los quintos como si fuera un rito de paso, aquí tan solo adquirió algo de ese carácter en los años previos a su desaparición. Es decir, cuando los viejos ritos de paso a la mocería habían quedado desarticulados.
En nuestro territorio, los mozos conformaban un grupo social bien definido regido por sus propias normas tradicionales. Para acceder a este estamento, en Etxabarri los aspirantes rondaban por las casas pueblo la tarde de Nochebuena cantando la Gabona y pidiendo diversas viandas. En Eulz, y en otros pueblos del valle, lo hacían al cumplir los 16 años invitando a los demás mozos a una ronda en la taberna. Finalmente, como ya hemos dicho, ciertos atributos propios de los jóvenes fueron deteriorándose a lo largo del S.XX; incluso algunos aspectos del acceso a la mocería, fueron reemplazados por la fecha del servicio militar obligatorio, aunque se mantuvieron los 16 años la edad en que el joven podía representar a su casa en los auzalanes (orzalanas) o trabajos concejiles.
Hasta la Ley Paccionada de 1841 Navarra fue esquivando, en lo que pudo, las diferentes levas y tercios que imponía la monarquía española: deserción, emigración o rescate económico fueron las líneas dominantes durante el S. XIX e inicios del XX. Esto nos indica lo reciente del servicio militar obligatorio. Fueron varios los vecinos del valle que, a inicios del S.XX, pagaron a un suplente para ir de soldado a la guerra de Africa y también sabemos de otros vecinos que habían quedado exentos y cobraron por hacer esa sustitución.
A mediados del siglo XX, tallaba en Larrión Evaristo Segura. Cuando veía que los jóvenes no sabían colocarse con corrección en el artilugio para medir la altura(descalzos y bien erguidos) decía con guasa: Todos los años estoy repitiendo lo mismo y no termináis de aprender…
En esa época, los mozos llamados al servicio militar postulaban durante una semana por todos los pueblos del valle eligiendo para ello una fecha invernal, principalmente enero. Contrataban un acordeonista e iban recorriendo todos los pueblos. Habitualmente tenían en la céntrica venta de Larrión el lugar de comida e intendencia. También era habitual que se quedaran a comer en la casa de algún quinto, según la disposición de las madres. Recuerdan al ciego de Olejua como acordeonista frecuente en estas postulaciones, e igualmente recuerdan alguna de sus coplillas: “No regales a la novia/ cosas que valgan dinero/Que si después no te casas/ es dar pan a perro ajeno”. Mientras recorrían las casas pidiendo viandas y dinero, también cantaban otras coplillas relativas a la mili: “Mañana me voy soldado/ al Regimiento de Soria/ Mucho lo siento por mi madre/ más lo siento por mi novia”o simplemente graciosas: Venga vino con un jarro/ y agua con una burrica/ El jarro que vaya y venga/ la burra que está quietica. Además, claro está, de las canciones de moda en el momento.
La industrialización y diáspora de los años 60 hizo que muchos de los jóvenes estuvieran trabajando en fábricas, lejos del valle, y que fuera imposible seguir realizando la fiesta de los quintos de la forma tradicional. Por lo tanto, a partir de esa fecha quedó reducida a una cena que se realizaba en algún restaurante de la comarca, hasta su total desaparición.