Patrimonio inmaterial de Eulz, Navarra.Origen del pueblo

Numerosas veces hemos oído a los mayores de Eulz asegurar que los moros anduvieron por el territorio de Allín y que en el balcón de Lazkua (Larrión) afilaban sus espadas. Al inicio del balcón, “dejaron” marcados un conjunto de surcos fusiformes que, en el imaginario popular, atestiguan ese antiguo uso. Esta vetusta creencia está ampliamente distribuida por el valle, apoyada en la perduración de las incisiones hasta la actualidad. (A escasos centímetros de la “afiladera”, una clavija de escalada colocada de forma ignorante y temeraria, indica que algún protocolo de protección debiera aplicarse a este valioso vestigio del inicio de los asentamientos estables de Allín).

Afiladera del mirador de Lazkua

En base a diversos retazos de relatos míticos, parece deducirse que estos moros de las Peñas de Larrión son personajes legendarios desprovistos de rigor histórico y sin ninguna relación con los moros-musulmanes de otros relatos. En otro momento tocaremos el tema de estos personajes fabulosos, pero por ahora nos limitaremos a los supuestos moros que “afilaban” sus espadas en el balcón deLazkua. Sencillamente, los autores de estos grabadosfueron los habitantes del poblado protohistórico de Altikogaña en sus prácticas rituales. Por lo tanto, el balcón de Lazkua no es más que un santuario rupestre de la Edad del Hierro situado al aire libre, y los grabados son el elemento identificador de esa interpretación.

En medio de las Peñas de Larrión, Altikogaña fue un poblado fortificado de 4,5 ha de extensión que tuvo su territorio vital en Allín, ya que en el valle no se aprecia otro poblado de entidad durante la Edad del Hierro. Igualmente, hacia la parte de Yerri, los poblados fortificados de Iruñela y Muru, condicionan la disponibilidad de tierras para explotar dejando para los habitantes de este poblado el territorio de Allin como su área de explotación.

Tuvo su esplendor hacia el término de la Edad de Hierro (Armendáriz, 2007) y finalmente, a mediados del s. I. antes del cambio de era, el lugar fue asaltado y arrasado por tropas romanas, quedando definitivamente abandonado (Martinez, 2003). Este abandono impuesto por Roma, nos indica una actuación ejemplarizante, ya que prohibieron a los supervivientes que se asentaran en el mismo solar. Desconocemos el motivo de este fuerte castigo, pero resulta totalmente compatible con la conquista del territorio. Lo cierto es que tras el arrasamiento de Altikogaña, el valle queda muy despoblado ya que en Allin no se aprecian restos atribuibles al cambio de era que reflejen una continuidad con la población que debió tener Altikogaña (100 a 250 hab/ha). Así pues, una buena parte de los habitantes del poblado murieron en el asalto y los más aptos de los supervivientes fueron vendidos como esclavos para sufragar el coste de la campaña bélica, o forzosamente reclutados para las tropas auxiliares que servían de complemento a las legiones.

Durante el Bajo Imperio se da una recuperación poblacional y se ocupa el valle de forma más intensa. En ese momento inician su vida las poblaciones de Amillano y Galdeano que en su denominación esconden el nombre de su fundador (Belasko, 1996); incluso el propio nombre del valle parece proceder de un antropónimo. La siempre valiosa toponimia revela que hubo otras poblaciones fundadas en ese momento que no perduraron, (Arkiñano en Ollobarren-Ganuza o Argisano en Metauten) mostrándonos un territorio salpicado por pequeñas unidades, muy diferente al vacío producido tras la destrucción de Altikogaña y la damnatio memoriae que Roma aplicó a su solar.

Amillano y Galdeano persisten en la actualidad ya que ocupan espacios de media ladera en el borde de la masa forestal no cultivable. Esto permite una economía mixta agropecuaria, facilitando una producción totalmente autárquica si la dificultad del momento lo requiriera. En su agricultura rudimentaria, se cultivaban las tierras más ligeras del entorno del pueblo, quedando el monte y las tierras fuertes del fondo del valle para otras utilizaciones como el pastoreo y el aprovechamiento de madera. Esta exitosa red de aldeas a media ladera es el patrón de asentamiento más común en Allín. Incluso Artabia y Larrion, a orillas del Urederra, tienen el arbolado próximo al casco urbano.

Es en esa época cuando la red poblacional del valle se configura y queda fijada hasta la actualidad. Actuaciones posteriores de la Iglesia o de algún señor, como el monasterio de san Fausto, el lugar de san Martín de Arria (entre Muneta y Aramendía) o san Martín de Eldur (ladera este de Belastegi), no perduran en el tiempo. Nacen impulsados por circunstancias diferentes a las fundaciones bajoimperiales y tardorromanas, no disponiendo de un área productiva adecuada.

Dada la nítida unidad geográfica que presenta el valle de Allín y teniendo en cuenta el topónimo y su ubicación, Eulz debió fundarse a la vez que otros pueblos del territorio (Muneta o Aramendia, por ejemplo), en un momento algo posterior a los pueblos que muestran el sufijo -ano de origen latino. Es decir, son fundaciones del final del Bajo Imperio y de un momento posterior, pero previo a la llegada del cristianismo ya que en su denominación no presentan hagiónimos (nombres de santo-a), sino la descripción del lugar donde se asentaron de forma estable, grupos humanos procedentes, sin duda, de las aldeas más antiguas del valle.

BIBLIOGRAFÍA.

ARMENDÁRIZ MARTIJA, J.

2010. El contexto histórico del castro de la Peña de Bardagorría y el oppidum de Altikogaña (Eraul. Yerri). Cuadernos de Arqueología de la Universidad de Navarra 18, 93-114.

Belasko M.

1996. Diccionario etimológico de los nombres de los pueblos, villas y ciudades de Navarra. Iruña.

Martínez Velasco, A.

2003 Altikogaña (Eraul. Navarra) y la conquista romana de los pueblos del extremo oriental del Cantábrico. Revista Española de Historia Militar 40, 163-167. Madrid.

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