Patrimonio inmaterial de Eulz, Navarra.Formación de las mugas de Eulz: muga con Larrión
Ensalzar lo propio y ridiculizar lo ajeno ha sido una constante del ser humano. Desde Platón, una de las grandes teorías que explican el origen del humor es la llamada de la hostilidad y básicamente se basa en el sentimiento de superioridad de quien lo expresa. Aunque actualmente hay formas más sutiles de humor, este formato primigenio sigue siendo ampliamente utilizado.
De ahí, por ejemplo, los motes entre pueblos y los cuentos en que se coteja al otro, como falto de entendimiento y desprovisto de virtudes. Así pues, los de Eulz explicaban con un cuento el origen de sus lindes con el vecino pueblo de Larrión y que son marcadamente favorables para los primeros.
“Antiguamente, cuando los términos estaban aún sin amojonar, se juntaron los vecinos de Eulz y Larrión para trazar la línea divisoria entre ambos lugares, y así solventar adecuadamente los problemas que empezaban a crearse, por motivo de los diferentes aprovechamientos del territorio.
Sus representantes deliberaron para buscar una fórmula equilibrada que contentara a ambas partes. Finalmente, tras darle muchas vueltas, decidieron que lo mejor era dejar el desenlace en manos de dos animales: dos machos. Compraron dos bestias semejantes, las llevaron a cada pueblo y las metieron en sendos corrales, sin dejarles salir. Los habitantes se encargarían de atender a los animales durante una temporada y en un día fijado, ambos saldrían en dirección al pueblo vecino y en el punto donde se cruzaran se pondría la primera muga. Naturalmente, como el recorrido del macho de Larrión era cuesta arriba, saldría un poco antes.
Durante la estabulación, el macho de Eulz fue ganando kilos de forma importante. ¡Daba gloria ver aquel animal! En cambio, al de Larrión no le iban tan bien las cosas. Como de su alimentación se encargaban los vecinos por turno, algunos empezaron a hacerse los remolones y los unos por los otros… que al macho se le marcaban los costillares. Mientras, en Eulz, algunos agoreros también empezaron a dudar del comportamiento del animal viendo lo gordo y lustroso que se estaba poniendo. “Se ha de echar” decía uno; “no ha de dar ni un paso” decía otro. Pero el día prefijado ya estaba encima y la cosa ya no tenía remedio.
A la hora fijada salieron las dos caballerías de sus corrales y el de Eulz no corría, ¡volaba!; sus cuidadores casi no podían seguirle. En cambio, a pesar de que le azuzaban, la pobre bestia de Larrión no podía ni con su alma. Para cuando quisieron darse cuenta ya tenían al macho de Eulz encima, quedando la muga fijada bastante más cerca de Larrión que de Eulz, dónde aún sigue.”